En nuestra búsqueda por ser más auténticas y expresivas, algo esencial para ir desarrollando y fortaleciendo es aprender a decir que No. ¿Por qué? Precisamente, nos dicen que lo socialmente aceptable – y más para las mujeres -es decirle SÍ a todo, el sonreír siempre, el ser amable…el dar y dar.
Tenemos esa imagen en nuestra cultura de la Madre abnegada, que se sacrifica para los demás. Y así nos criaron a muchas de nosotras.
Sin embargo, ¿dónde estamos nosotras? ¿Dónde y en qué momentos permitimos brillar nuestra Esencia verdadera? Si no la expresamos, vamos a seguirnos ocultando tras las convenciones y las creencias de lo que es ser Madre, mujer, amiga, hermana.
Parte del ejercicio que hemos venido hablando este mes es la importancia de primero aclarar nuestras intenciones, nuestras energías y nuestras esencias. Y desde ahí, desde esa claridad interior, empezar a expresar eso que somos. Necesariamente el ejercicio viene con expresar también, lo que NO somos.
Este ejercicio a veces se puede prestar para situaciones incómodas, o para discusiones con personas cercanas que siempre asumieron que haríamos algo por ellos, o que nos encargaríamos de organizar, dar, nutrir, etc.
Pero para poder manifestar la realidad que sentimos más cerca de nuestra esencia, y más auténtica, debemos aprender a decir No. Y esto es algo que yo siempre he necesitado hacer, porque naturalmente soy alguien que ha sido entusiasta y responsable, y he dicho demasiadas veces que Sí a algo, para luego darme cuenta de que No va conmigo, o que no puedo cumplir. ¡Yo sigo aprendiendo a hacer esto!